Viaje al pasado: historias con mi laptop de 2003

En mi preparatoria era un requisito tener laptop, que en ese entonces empezaban a volverse comunes. Fuimos a una tienda de electrónicos en Estados Unidos y me compraron una Toshiba Satellite Pro M15-S405. Después de un par de días de uso, me llamó la atención que:

  • No incluía entrada de disquete, pero al menos de CD sí. Antes, se instalaban muchos programas por el primero.
  • Tenía Windows XP, con un fondo de campo verde que reflejaba el gran avance contra el Windows 98 de la computadora de escritorio de mi casa.
  • Además del teclado, incluía dos medios para navegar: una bolita áspera en el centro del teclado y un touchpad con botones más parecido al estándar actual.
  • Permitía conexión a Internet alámbrica e inalámbrica.

Nunca me imaginé que los puertos USB se iban a convertir en el principal medio de comunicación para llevar archivos a computadoras más nuevas. En ese entonces solo lo usaba de vez en cuando para conectar una webcam o mouse.

Desde antes era adicta a la computadora, pasando horas en foros de Nickelodeon, jugando y leyendo fanfiction. Pero esta laptop fue la primera solo para mí, que podía personalizar, descargar e instalarle lo que quisiera sin tener que compartir espacio con el resto de mi familia.

La usé con frecuencia hasta 2008, cuando se volvió insuficiente para mis necesidades universitarias. Para ese entonces, su batería era inservible, después de horas encendida hacía ruidos aterradores y la única bocina que funcionaba se desprendía (la otra se veía oxidada).

¿Por qué conservo una laptop de 17 años? Primero, como con todos los modelos que descarto, porque no había respaldado lo suficiente. Después por si la nueva resultaba defectuosa y más adelante porque olvidé su existencia. Vendí o pasé laptops más nuevas antes de volver a encontrarla.

Windows XP es como un portal al pasado. Coincidió con que mi papá quería recuperar unos archivos hechos en Office 95 y fue su salvación. Me permite correr abandonware: los primeros juegos de computadora que conocí. Hace un par de años me sirvió para reproducir un video interactivo hecho en Macromedia Director, parte de la historia de la educación a distancia de la universidad donde trabajaba.

Viví toda mi prepa y principios de mi carrera con esa laptop, así que pasé unas cuantas historias entretenidas con ella.

Mi primer virus grave

Como buena niña miedosa y amante de las computadoras, me aterrorizaba la idea de obtener un virus. La primera vez que presencié uno fue en primaria por el disquete que trajo un compañero al laboratorio del colegio. No pasó a mayores porque lo detectó el antivirus y aparecía una advertencia con la animación de un bicho moviéndose.

Después tenía pesadillas en las que cometía un error en mi vida, se activaba un virus que eliminaba toda mi información y volvía inservible a mi máquina. Le tenía más miedo a la muerte de mi computadora y de mi historial que a la mía.

En uno de mis primeros días de prepa, después de que obtener Office en el departamento de TI, la conecté la red y de inmediato me avisó que tenía que instalar actualizaciones, por lo que se iba a reiniciar en menos de un minuto. Lo tomé con normalidad y dejé que lo hiciera. Minutos después, apareció el mismo mensaje, no se podía cerrar, tenía que reiniciar. Comencé a entrar en pánico. Para la tercera vez, corrí al departamento de TI.

Resulta que varias computadoras se contagiaron de lo mismo y tuvo que reinstalar Windows. Al menos era muy nueva como para haber perdido algo importante.

En perspectiva…

  • Perder información duele, pero no tanto como pensaba.
  • Aprendí a guardar mi información de valor en varios dispositivos, que en ese entonces hacerlo en CDs regrabables no era cómodo. Actualmente, por una cuota anual tu computadora se respalda sola.
  • Es valioso conservar algunas fotos en formato físico. Aunque también corro el riesgo de que se pierda el álbum, es bonito verlo de vez en cuando.

Aprendiendo a programar

Este era el motivo principal por el que necesitábamos una laptop. Me emocionaba y asustaba la idea porque era mi primera clase en inglés (fuera de las del idioma) y de un tema completamente ajeno a lo que había llevado antes.

Para los que no saben, programar consiste en escribir una serie de instrucciones de una forma muy específica para que la computadora las siga (para los que sí saben, disculpen mi forma tan básica de explicarlo). Un error de dedo es suficiente para que el programa no funcione, lo que puede llegar a ser muy frustrante en códigos largos, pienso que por esto muere el interés de muchos.

La prepa eligió un lenguaje que, de acuerdo a la Organización de Bachillerato Internacional, era el mejor para aprender: Pascal. La interfaz es en MS-DOS, sin pistas y en ese entonces no era tan fácil encontrar respuestas en línea.

El teclado de Estados Unidos tiene el caracter de punto y coma más accesible, pienso que eso me ayudó a ser más rápida al escribir. Con el proyecto final, varias laptops de mis compañeros se sobrecalentaron, recuerdo que incluso una se incendió.

Mi primer programa ejecutable hecho por iniciativa propia fue un Sombrero Seleccionador con preguntas de opción múltiple. Claro que para ese entonces existían herramientas gratuitas que te permitían crear tests en línea y nadie quiso abrir un aburrido .exe con fondo negro, letras grises y sin uso para el mouse; pero me sentí orgullosa del resultado.

En perspectiva…

  • Actualmente existen muchos lenguajes y sistemas para que los niños aprendan a programar. Me hubiera encantado poder hacerlo desde antes, se siente como magia cuando la computadora reacciona a tu instrucción.
  • La lógica de la programación también puede ayudar a organizar tu vida.
  • Aprendí a ser más cuidadosa y no dejar “enters” o espacios extras en los archivos de bases de datos, después de sacrificar horas buscando el error.

MSN / Windows Live Messenger

En ese entonces, ninguna red social había despegado en México y la comunicación en línea era por correo electrónico, salas de chat, foros o programas de mensajería instantánea. En 2000 el de AOL fue muy popular, pero no lo usé tanto como el de Microsoft. Con la extensión Messenger Plus podías:

  • Subir emojis personalizados, incluyendo GIFs animados.
  • Cambiar los colores de tu nickname.
  • Al empezar un escrito con /me, el diálogo cambiaba a acción. Por ejemplo, en vez mostrarse como:
    Andrea dice:
    estoy pensando…
    aparecía:
    Andrea está pensando…

Claro que como buena adolescente “creativa”, mi nickname tenía una estructura parecida a:

< = /- ^ [) ® 3 @ = > (8) Wake me up inside (8)

Los ochos entre paréntesis se convertían en notas musicales y siempre tenía que ir acompañado de una cita de canción, probablemente la emo que estuviera de moda, o una frase bien profunda.

Entre las estrategias desesperadas de mis contactos del Messenger (y mías) por destacar, estaban:

  • Desconectarse y conectarse muchas veces para saturar a sus “amigos” de notificaciones.
  • Encontrar el carácter que te haría encabezar la lista (que estaba por orden alfabético pero consideraba otros símbolos como prioritarios) y repetirlo muchas veces antes de tu nickname.
  • Los zumbidos que hacían que la ventana apareciera ante todo y vibrara por un par de segundos.
  • Asignar imágenes personalizadas por cada letra o conjunto común, con resultados tan legibles como este:

Pasé toda mi prepa con una timidez paralizante, así que el Messenger fue como una escuela virtual. Recuerdo tanto drama como euforia, cómo mi corazón se aceleraba cada vez que veía que ciertas personas se conectaban, las ansias cuando no contestaban, tantas experiencias nuevas que me transformaron.

En perspectiva…

Por muchos años, me daba vergüenza hablar de mi pasado en línea porque se mezcló con mucho cringe adolescente. Pero ahora, después de ver conversaciones e imágenes de ese entonces, me encantó haberla vivido así. Sentí y recibí el cariño de muchas personas que nunca había visto en persona, tal vez por eso no sienta tan disonantes estos días de cuarentena.

Explosión de fotografías

MS Paint me bastó para crear “arte digital” por muchos años. Después lo complementé con un programa que me permitía hacer GIFs animados “a mano” (cuadro por cuadro). Me divertí mucho, desde ahí aprendí a quitar el fondo o “perforar” las imágenes, pintando de verde lo que se iba a eliminar.

A principios del milenio, estaban muy de moda las páginas para vestir y arreglar muñequitas (doll makers). Había de muchos estilos, pero mis favoritas eran unas coreanas, Candybar. No entendía nada de la navegación, pero a prueba y error llegaba a mi objetivo. Las hacía en la página y retocaba en Paint, a veces cambiando escalas de colores pixel por pixel.

Pero ninguna de mis ediciones se comparaba con los espectaculares diseños de firmas que veía en los foros. No faltaban las preguntas de “¿en qué programa la hiciste?”, a lo que contestaban Photoshop o Fireworks.

Después de conocer el precio de estos programas, encontré otro que se ajustaba a mi presupuesto: Nova Development Photo Explosion. Su interfaz destaca su capacidad limitada, pero eso no detuvo que pasara horas diseñando en él, principalmente posters con imágenes que descargaba.

En perspectiva…

  • Photo Explosion fue un buen escalón entre Paint y Photoshop, porque permitía manipular elementos sin que fueran capas (lo más complejo en la curva de aprendizaje con el programa de Adobe).
  • Estas herramientas se vuelven más accesibles y eficientes. Ahora, con buscar en Google editores gratuitos de fotografías encuentras páginas más potentes para diseñar, ya sea con plantillas o más completas.

Para cerrar

Esa laptop, mi conexión con el mundo en línea, afectó mucho mis días de prepa. Me pregunto cómo hubiera sido mi desarrollo tanto social como creativo si hubiera tenido otras herramientas, como tutoriales tan accesibles en YouTube y Smartphones. Al final, pienso que mi esencia seguiría igual.

Por querer recuperarnos más rápido de lo que deberíamos, arrancamos tanto de nosotros que entramos en bancarrota a los 30 y cada vez que comenzamos con alguien nuevo, tenemos menos que ofrecer. Pero, ¿dejar de sentir?, ¡qué desperdicio!

André Aciman, Call Me By Your Name

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