¿Los videojuegos te pueden hacer más humano?

Las noticias de matanzas escolares suelen venir con muchos dedos apuntando a los videojuegos.

Como jugadora frecuente desde niña, me parece ilógico que un simulador muy básico de box no me provoque ni el más mínimo deseo de practicar el deporte en la vida real (ni siquiera de verlo en la tele) y un shooter motive a alguien a buscar una pistola y replicar hazañas.

Jugar trae emociones reales: satisfacción al enfrentar exitosamente un reto complicado, miedo por lo desconocido y estímulos repentinos, enojo al fallar en repetidas ocasiones o al pasar horas encontrando la pieza faltante sin éxito.

Un estudio concluyó que la frustración puede tener un impacto horas después en la vida del jugador; pero también pasa al fracasar en otras actividades como deportes e igual que cualquier otro factor externo, se soluciona desarrollando nuestra inteligencia emocional.

Sin duda, si tuviera hijos los motivaría a que probaran con diferentes videojuegos, ¿por qué?

Voy a hablar e ilustrar puntos importantes de algunos juegos (spoilers), la mayoría con más de 15 años de antigüedad, así que espero que a pocos les importe.

Jugar a ser Dios abre tu panorama

Uno de mis juegos favoritos es Rollercoaster Tycoon, donde construyes y administras tu propio parque de diversiones. No solo colocas las atracciones en el terreno, también puedes diseñar la trayectoria de las montañas rusas, karts y resbaladeros de agua. De adolescente pasé horas tomando malas decisiones acerca de qué colores combinaban y qué tan largas tenían que ser las filas.

Algunos jugadores han creado sistemas increíbles con las limitaciones técnicas, como Marcel Vos que construyó una calculadora funcional.

Este tipo de juegos, como The Sims y Minecraft, tienen algunas metas fijas, pero te motivan a crear propias y ofrecen muchos acercamientos para cumplirlas. En el caso de Rollercoaster, los primeros objetivos son muy sencillos (generalmente dependen de cantidad de visitantes y reputación del parque) y el tiempo límite para que los cumplas corre muy lento.

Sentí mucho coraje una vez cuando, a unos minutos de llegar al tiempo meta, un juego se descarriló, mi reputación cayó en picada y fracasé en el objetivo.

Aún recuerdo el susto de ver el choque por primera vez y mi sorpresa al escuchar en mi salón de clases que un par de compañeros se divertían diseñando juegos que explotaban y destruían vidas. No puedo asegurar que estos pequeños asesinos virtuales crecieron para convertirse en personas de bien, pero al menos ninguno ha salido en las noticias por cometer crímenes.

Algo que no vemos en las noticias es la inmensa cantidad de personas que juegan videojuegos (incluso violentos) y siguen sus vidas habituales.

Crece tu empatía al vivir historias complejas

A diferencia de una película en la que eres espectador, manipular a un personaje deja un sentimiento diferente, en ocasiones de empatía.

Más de un jugador tiró al precipicio al pingüino bebé de Super Mario 64 después de todo el trabajo que causó bajarlo por la montaña.

A mis 12 años, The Legend of Zelda: Majora’s Mask fue el origen de muchas de mis pesadillas. Sobraban motivos:

  • Los zombis y momias que gritan y te paralizan
  • El reloj en cuenta regresiva para que la Luna se estrelle contra el pueblo
  • Aún con la experiencia de “matar malos”, fue de los primeros juegos en los que vi que los “buenos” fallecían.

Antes de comprar un juego, lean más de una reseña en Internet, yo no me confiaría en el ESRB Rating.

Para mí, lo más memorable del juego es su manejo de consecuencias. Con 72 horas en el mundo del juego (como una hora real) que repites para conocer el entorno y obtener piezas clave, las interacciones cambian.

Por ejemplo: si salvas la mercancía robada de una anciana, esta te agradece pero impide que se la puedas comprar al ladrón más adelante.

Comic original por Jake Lawrence, quien también toma fotos muy bonitas de aves.

Esto se ha implementado mejor en obras más recientes, donde los personajes reaccionan diferente de acuerdo con tu reputación o los finales varían dependiendo de tus acciones morales.

Hace poco jugué por primera vez Mother 3, obra que estuvo más de diez años en desarrollo, nunca vio la luz fuera de Japón y agotó tanto a su creador que se retiró de la industria. Pero fue tan grande el amor de los fans que en dos años lo tradujeron y lanzaron parche en inglés.

Se volvió un meme preguntar al líder de Nintendo de Norteamérica por la versión traducida del juego.

Mother 3 trata temas complejos: discriminación, daños del consumismo, esclavitud y el duelo ante la muerte. Comienzas nombrando a toda la familia: padre, madre, mellizos y perro. Vas conociendo al pacífico pueblo y a sus habitantes, juegas con los adorables Dragos y poco tiempo después descubres que la mamá fallece de manera violenta, por uno de esos animales.

Estás controlando al papá cuando recibes la noticia, el personaje tiene un ataque de ira y se desquita con los residentes que lo ayudaron en la búsqueda, algo que nunca había visto en este medio. Cada miembro de la familia asume el acontecimiento a su manera, siendo uno de los mellizos (el que manejas la mayor parte del juego) quien madura de una forma más sana, adquiriendo compasión y valentía.

Juegos como este te permiten simular experiencias complejas sin vivirlas, ampliando así tu criterio.

Es una oportunidad de conectarte con otras personas

Entre mis comerciales favoritos de la década pasada, está el de Pokémon Go.

¡Los efectos de sonido del juego original! ¡La realidad aumentada! Pero principalmente la gente que se une con la misma intención: colaborar para atrapar a Mewtwo.

Pokémon (Red & Blue) inició como un juego portátil de un jugador. Puedes cumplir con el objetivo principal de esa manera, pero para completarlo requieres intercambiar con la versión del otro color. Así como los tazos y las barajas coleccionables, Pokémon se convirtió en un tema de los recreos, para compartir consejos y rumores.

Existen multijugadores cooperativos y competitivos, ambos son una buena actividad para pasar el rato. Recuerdo cuando hacía equipo con mis primos en juegos supuestamente competitivos para derrotar a los personajes controlados por “la computadora”, lo importante no era ganar, sino obtener las estrellas o trofeos.

Para vencer Overcooked necesitas manejar una cocina en equipo. Mientras controles son muy sencillos, puede llegar a ser muy complicado coordinar a hasta cuatro personas para entregar las órdenes a tiempo, que nada se queme o caiga. Alguna vez intenté manejar a dos personajes a la vez, pero dividir el cerebro de esa manera requirió muchos reinicios.

Juegos populares, como algunos de los ya mencionados, tienen comunidades muy grandes en Internet, que crean objetos personalizados o los modifican para crear más niveles o pistas. Algo que parecía un mecanismo de punto A a B se convierte en un arenero con posibilidades infinitas.

Cabe mencionar la importancia de limitar los horarios de juego para los niños, con el riesgo de que se pueda convertir en un vicio y limite las oportunidades de realizar otro tipo de actividades. En mi familia, solo podíamos usarlos durante las vacaciones cuando éramos pequeños y los fines de semana años después.

Entonces, ¿por qué vale la pena jugar?

  • Algunos videojuegos promueven el desarrollo de habilidades como creatividad, solución de problemas, empatía, colaboración e incluso coordinación.
  • Así como las películas, son un medio que nos permite vivir más experiencias, pero pueden dejar un sentimiento más profundo al manipular al personaje.
  • Son un buen tema para conectarse con otras personas y crear.
  • Crean experiencias muy divertidas.

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